Presentamos lo que compartiremos...

Resumen informativo sobre detalles del Curso.

1. Presentación General del Curso

Presentación

Uno de los valores contemporáneos es la «valoración de la diversidad». Y no sólo en reconocimiento de la existencia del pluralismo (en todos los órdenes de la vida), sino en la aceptación del mismo con un «don» que enriquece mutuamente a las personas, comunidades, religiones y culturas; y aporta un plus en orden a construir y vivir una sociedad mejor para todos.

En el ámbito de las religiones, en estos últimos cincuenta años, ha habido un importante crecimiento en el mutuo conocimiento, relaciones cordiales, estudios y trabajos compartidos. La misma Iglesia Católica Apostólica Romana ha asumido el diálogo ecuménico (con las demás Iglesias y comunidades cristianas) e interreligioso (con la mayoría de las religiones del mundo)[1].

Esto se ha expresado en diferentes niveles (local, nacional, regional y mundial) y formas: espiritual (oraciones comunes, estudios bíblicos-teológicos, intercambio de experiencias religiosas); teológica (mejor comprensión mutua, acuerdos fundamentales); pastoral (gestos de cordialidad, mediación) y social-práctica (promoción humana integral, trabajo conjunto en valores comunes universales).

Las relaciones religiosas entre Judaísmo y Cristianismo son muy particulares: numerosos elementos tenemos en común, y las posibilidades de un fecundo diálogo y cooperación son altamente prometedoras.

Es por ello que se requieren «expertos», que comprometidos en sus respectivas tradiciones religiosas, se abran al «diálogo sincero» y al «trabajo conjunto» con otros creyentes (especialmente con los judíos). Este Curso quiere ofrecerles herramientas para ello.

 


[1] Compromiso asumido oficialmente en el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965), y expresado en sus documentos específicos: decreto Unitatis redintegratio (1964) sobre el ecumenismo y declaración Nostra ætate (1965) sobre las relaciones entre la Iglesia Católica y las demás religiones. El Magisterio eclesial posconciliar siguió y sigue en la misma línea, aportando el fundamento espiritual-teológico-pastoral del compromiso católico en favor del diálogo ecuménico e interreligioso.