Aclaraciones conceptuales.

Este curso que hoy iniciamos, se refiere a la «Pentecostalidad del Cristianismo». Como tal, esta cualidad o «atributo» no debiera aplicarse sólo a un grupo cristiano determinado, si o más bien, como una propiedad de todo el cuerpo cristiano.

El término «Pentecostalismo» proviene de de la experiencia de Pentecostés, y hace referencia a un movimiento cristiano, donde se reaviva y enfatiza la acción de santificación del Espíritu Santo, tal como lo fue en la primera comunidad cristiana.

La idea de pentecostalismo es amplia y antigua. Hay quien defiende que este pensamiento viene de Pentecostés (Hech 1, 13). De aquí habría tenido su primer origen el movimiento pen­tecostal.

Se afirma que John Wesley (1703-1791) habría sido uno de los fundadores del movimiento pentecostal; él estableció una distinción entre los santificados (= los bautizados en el Espíritu Santo) y los cris­tianos comunes; le dio mucha importancia a la experiencia re­ligiosa.

«Cuando a las tres de la mañana estábamos recogidos en oración intensa, la potencia del Espíritu Santo llegó tan fuertemente hasta no­sotros que algunos gritaban de alegría inagota­ble a alta voz y muchos caían por tierra. Ha­biéndonos recogido con piedad y estupor ante la presencia de Su Majestad, dijimos a una sola voz: “Te glorificamos, oh Dios; te reconocemos como Señor».

Sin embargo, también se dice que el pentecostalismo viene principalmente del movimiento de “Reavivación” y que viene de los siglos XVII y XVIII (pietismo), eclosiona en el siglo XIX como «despertares», y se ­hace especialmente presente en el siglo XX. Los mismos católicos de la “Renovación Carismática” o “Renovación en el Es­píritu” han recibido este nombre. Siempre se trata de una experiencia espiritual importante.